miércoles, 4 de septiembre de 2013

Acoso callejero...Qué pereza!!!

Sucedió ayer. Como otras tantas veces, como a tantas mujeres, cada día, cada vez que salimos a un espacio que no parece ser nuestro.
 
Me sentó como una patada en el estómago, sin embargo ni me planteé contarlo al mundo. Quizá porque mi tiempo esta semana va lento porque mi bruja se va para los adentros, buscando las entrañas y los laberintos plateados de negra luna.
 
Sin embargo, hoy parece que algo en mí necesita soltar por la boca aquello que la mayoría silenciamos por considerarlo rutinario, normal y hasta un halago.
 
Ayer mientras paseaba por la ciudad que desde años me acoge volví a sentir en mi vientre la incomodidad, la impotencia, el desasosiego, el miedo, la tristeza, la ira y mil cosas más indescriptibles para mí en este momento. Quizá algún día logre desenmarañar todo lo que siente mi cuerpo o quizá no haga falta.
 
 
Una vez más, siento la vulnerabilidad y el acoso en mi piel. Un individuo me aborda por la izquierda y después de varias frases que ni siquiera recuerdo me dice que so voy para mi casa y que soy preciosa. Por el amor de la Diosa, me dije: "¡Qué pereza!" Yo en mi fase menstrual total, esperando mi luna, con mis mil temas reflotando en mi cabeza cual aves buscando su nido, y con mis mil sentimientos a flor de piel esperando a ser recolocados, he de dejar todo mi mundo salir fuera y decirle a un tipo que osa a opinar sobre mí si tan ni siquiera conocerme que me deje en paz. "¡¡¡Ufffff!!!" No daba crédito. Parecía nueva. Me sentí como una presa con riesgo de sufrir daño por mordisco o zarpazo o sobeteo...."¡Qué ascazo!". No me sentí muy fuerte en ese momento, mi mujer feminista estaba de huelga y sólo atiné a decir: "Déjame por favor!" y le di esquinazo.

 
¿Por qué he de soportar estas situaciones? ¿Por qué he de silenciarlas? ¿Por qué he de verlo como algo normal? Si algo dentro de mi se convulsiona es que no me hace bien ni es bueno. ¿Cómo me iba a sentir bien si mi sensación fue de acorralamiento? No quiero ni me gusta que un individuo desconocido me aborde por la calle y opine sobre mí. Y es triste darse cuenta que cuando nos ocurre una situación así salta el automático chip de ser una niña buena, no contestar mal, ser amable y educada... Pues no, ni hablar, tengo derecho a decir déjame en paz, vete a tomar viento, o lo que me salga de mi mismísimo. Ya vale de complacer al mundo exterior. Yo estaba tan feliz conmigo misma y un alguien me vino a incordiar de mala manera.
 
Mujeres, no son de recibo este tipo de situaciones con las que nos encontramos a diario y por las que salimos a la calle con esa sensación perpetua de vulnerabilidad que se hace más patente dependiendo de lo estrecha, oscura, solitaria y abandonada que esté la calle por la que vamos.
 
Mujeres, hemos de entender que si algo dentro de nosotras nos dice que esta situación nos incomoda no es por nuestra culpa, sino que la otra persona no nos está respetando.
 
Mujeres, hemos de ser conscientes de que saltará nuestro automático de "niña buena y complaciente" y que hemos de trabajar en desactivarlo y sacar nuestra asertividad diciendo lo que nos plazca, sin miedo a nada.
 
Mujeres, no tenemos que tolerar estas situaciones porque es lo que hemos aprendido y porque esté socialmente admitido. Si me siento no respetada lo digo y en alto.
 
Voy a seguir conmigo misma para mis adentros porque hoy no me apetece otra cosa. Empezar por respetarnos es un buen comienzo.
 
<3

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